Antes de zarpar, es fundamental que realices una minuciosa revisión de tu barco para evitar riesgos previsibles. El cuidado que dediques a este proceso pueden marcar la diferencia entre un viaje seguro y encontrarte con situaciones peligrosas e imprevistas en altamar.
El primer paso es asegurarte de que todos los componentes de tu barco estén en buen estado de funcionamiento. Revisa el motor, las luces de navegación y los sistemas eléctricos, así como los equipos de seguridad, chalecos salvavidas, aros de salvamento y extinguidores de incendios. También, verifica que las baterías estén cargadas y los tanques de combustible llenos.
Es importante también inspeccionar cuidadosamente el casco de la embarcación en busca de grietas, abolladuras o cualquier signo de daño estructural. Presta atención especial a la zona de la línea de flotación, donde suelen acumularse algas y otros organismos marinos que podrían afectar su eficiencia. Asegúrate de que las válvulas y las juntas estén en buen estado, además revisa que no haya fugas de agua.
Revisa que los cabos estén en buen estado, sin desgastes o nudos que puedan comprometer la seguridad después de zarpar. Verifica también los anclajes y las poleas, asegurándote de que estén funcionando correctamente, así también el equipo de navegación como el GPS, la brújula y los mapas marítimos.
Además de la revisión del barco en sí, es esencial que compruebes que llevas a bordo todos los elementos de seguridad necesarios, como bengalas, aros salvavidas, luces de señalización, botes salvavidas, radiobalizas y equipos de primeros auxilios. Estas herramientas pueden ser imprescindibles en caso de una emergencia.
En conclusión, dedica tiempo a la inspección y mantenimiento del barco, sólo así se reducen las posibilidades de enfrentar situaciones peligrosas en altamar que pueden poner en riesgo tu vida y la de los tuyos. Recuerda que la seguridad siempre debe ser tu máxima prioridad como navegante.